CARICIAS CON PALABRAS.
(Luis Alberto Vidales Holguín)
Saludo. Un buenos días, con sabor a regaño, pensarían algunos.
Llevo una hoja de papel en la que está fríamente calculada la clase, los
tiempos, las actividades; pero mi mente busca rápidamente algo para bajar las
tensiones del grupo que dividido estaba, entre los que gritan improperios y los
que respondían soez-mente.
Hago el minuto de silencio habitual, algunos se molestan,
pues parecen aborrecer el silencio, silencio que sana, que calma, que habla, al
final una afonía total reina en el salón, únicamente lo trastoca el
bullicio encajado en las otras aulas de
clase.
Dentro de mí, ¿Qué hago? a esto lo llaman los expertos, currículo
oculto, generar una estrategia, un modo de abordar un problema que no estaba en
los planes, que inesperadamente ocurre. O ¿debo, ejecutar lo planeado?
Mientras la clase enmudece, pienso y busco en mi pensamiento
una actividad, una estrategia, algo que me ayude afrontar el evento del que fui
testigo, algo que no sea un discurso catedrático, un regaño, una exhortación
más.
Eureka!!! Alguna vez leí que una tribu africana para sanar
el corazón de sus integrantes y propiciar espacios de afecto, hacen un circulo,
ponen uno a uno los integrantes en mitad del mismo, mientras los demás gritan
sus cualidades, sus virtudes.
Recurro a esta gran metodología social para abordar el lio
en el que se encuentran los estudiantes.
Después del saludo, vino el silencio, acto seguido explico
la importancia de gritar en algunos casos, se grita cuando hay inconformidad,
cuando se necesita ayuda, cuando se ama, al vender un producto en la calle, al
pedir algo que se necesita urgentemente etc.
Pero hoy vamos aprovechar que estáis gritando, me valdré de esas
energías para que le digáis a tus compañeros todas esas cualidades lindas que
resaltan en su forma de actuar.
Algunos se miraban, fastidiados por la actividad, otros en cambio,
reaccionaron con asombro y dispuestos a cumplir el reto. Es que así son los
niños, seres dispuestos a los retos, les
gusta que los maestros pongamos en ellos pruebas difíciles o fáciles no interesa, el hecho es jugar, divertirse y
crear.
Se organizan en círculo, optamos por sentarnos en el suelo,
pero el que iba al centro se sentaba
solitario en una silla, con sus ojos cerrados, mientras sus compañeros uno a
uno gritaban sus cualidades, sus maravillas, sus potencialidades, sus buenas
acciones, actitudes etc. Pasaron todos y al final pareciera que las palabras fueran besos que amorosamente,
suavizaban sus mejillas, algunos al escuchar las cosas que gritaban sus
compañeros, dejaron derramar lágrimas, otros se ruborizaban y no podían ocultar
sus emociones y su asombro.
Cerramos la actividad con un fuerte apretón de manos.
Conclusión: es bueno decir lo que sentimos, demos espacio a
nuestros estudiantes de transmitir sus emociones, abramos momentos de construcción
colectiva, de encuentro. Tal vez esta no
era la clase planeada, pero si fue la clase anhelada.
El conflicto en el aula se puede solucionar no buscando
siempre elementos externos a él, es entre ellos mismos, los involucrados donde yace la solución.
Alberto. Excelente artículo. Seguramente quienes lo lean y hayan estado en aulas, con jóvenes llenos de necesidades de distintas índoles,se ven reflejado en esas lineas. Nuestra misión como docente es compleja y bañada de responsabilidad. Si bien es cierto los valores vienen desde sus hogares, somos los docentes los responsables de darle los matices acorde a la realidad que deseamos para nuestra sociedad.
ResponderEliminarSigue adelante, sigamos adelante... el camino es largo y lleno de escollos, que una vez superados nos llenan de satisfacción cuando vemos en el futuro a esos jóvenes alcanzando metas.
Éxitos.
Venezuela. 10.06.2018
Mil gracias por tu comentario la educación es el camino
ResponderEliminar