El verdadero Maestro enseña con una sonrisa.
Ha llegado al salón de clase,
observa allí sentados 3 decenas y media de mentes absorbidas, por la tecnología o el sueño residual del primer día de la semana.
ha pasado el domingo en el que
compartieron con amigos, familiares o simplemente descansaron, día en el cual
la única desdicha fue imaginar que pasada la noche llegaría la mañana y
tendrían que ir de nuevo aquel lugar donde durante 5 días a la semana
sacrifican sus sueños, amordazan sus gritos y enlutan sus esperanzas.
Otros miran
sin mirar, hablan si hablar, apenas y se les ven sus pupilas, sus cuerpos
enroscados parecen figuras de papel apretadas fuertemente con la mano y puestas encima de un pupitre.
Cuadernos sin abrir, libros sin
leer, palabras que no salen de las bocas, es lo que percibe al entrar al campo donde
como todos los días llega con su corazón dispuesto a dar.
Al instante, aún sin dirigir ni
una palabra a ese público ausente, lleva su mano derecha a la cabeza, ciñe sus
cejas y nota como el auditorio no tiene ni 00,1 motivo por el cual estar en ese
lugar; un par de moscas vuelan por el
recinto, una cartelera vieja con los nombres y fechas de cumpleaños está pegada
en el lado derecho de un tablero, verde de madera, en el que después de cada
clase quedan miles de partículas de clarión (por su color claro), ósea, partículas
de tiza, palabra náhuatl tizatl que
significa tierra blanca.
A la espalda de los asistentes una pared de color no descifrado,
puesto que la adorna cantidad de dibujos, algunos grotescos, otros sarcásticos y uno que otro mensajes tierno. Estos últimos son declaraciones de
amor entre “ellos”:
Sindy me gustas, Carlos eres Sexiii, Lauris me encantan tus piernas, “que rico
besarte” “foquio men” Luis perdóname 1992, los amo promo 1998, “natys te amo” “carlos
besame” “los amigos son X100pre” “Kis me
you” “yo amo a vero”.
Entre los dibujo visibles están los siguientes diseños: penes de varios tamaños, una
vagina con piernas que simula huir, una
calavera con sangre en sus maxilares con mirada penetrante y terrorífica,
una mujer desnuda de pie, con las piernas cruzadas fumando un largo cigarro,
una flor con pétalos de colores, amarillo, rojo, morado, unas nubes oscuras
hechas con lápiz de carbón, un letrero en la parte más alta que dice “once los
mejores”. Y finalmente al extremo izquierdo una frase con marcador negro y
letra Timoteo que dice “si en el salón no se duerme, en la casa no
se hacen tareas”
Por un momento siente que todo se
detiene, en medio de los allí presentes, observa en la última fila del pasillo
pegado a la pared a un joven que introduce el dedo meñique en la nariz, al
sacarlo lentamente, lleva pegado un moco
de color verdusco y café, lo mira, su boca intenta ir hacia él, pero se contiene.
Los segundos pasan, van corridos 46 desde que entró al recinto y todo parece
ser tan frío, oscuro, triste, desolador,
monótono, que no le queda más que agachar un poco la cabeza, la menea mirando a
su zapatos, lo más curioso es que
su asombro, impotencia y paciencia se reflejan en su rostro por medio de una
bella sonrisa, acompañada de unos ojos cálidos y tiernos, una mirada que
refleja sabiduría. Y es como inicia un día de clase el señor Antonio
maestro de Filosofía del instituto Severiano
buen día. Continuará…
( Luis Alberto
Vidales)