DEDÍQUESE A LOS NIÑOS MAS QUE A SUS “TRAPOS”
NO
SON LOS UNIFORMES, SON LOS NIÑOS
Me disculparan los rectores
y directivos de las entidades educativas a quienes valoro y admiro, pero este
apunte lo hago impulsado por consultas de padres, maestros y estudiantes ante
la situación que muchos colegios están exigiendo uniforme para recibir clases
virtuales.
Estamos en una crisis
social, esta situación nos afecta a
todos, sin lugar a duda, los niños aunque no lo expresen son los seres más vulnerando
en este tiempo de pandemia, porque antes podían salir a jugar al parque,
ahora tienen que estar confinados en su
casa, tal vez a la sombra de un adulto que poco los valora o los comprende.
Teniendo en cuenta lo
anterior, el relato educativo debe mirar la profundidad del problema y no irse
por las ramas, y un uniforme es la rama; que el niño no se ponga un uniforme no
le quita al proceso educativo, recuerden, directivos y docentes la idea no es
que la casa se vuelva el colegio, la casa sigue siendo el hogar, el nicho de
identidad el lugar donde el niño es hijo; la identidad se logra no uniformando cuerpos, si no generando
cambios de paradigmas en los estudiantes para que estos lleven con altura el
nombre de su institución.
Hay muchos problemas que
abordar: las metodologías, la eficiencia del sistema, la captación de la
atención del niño, la salud mental de la familiar, las capacidades que tienen
los docentes para afrontar esta situación, la generación de cercanía en medio
de la lejanía, la mediación del conocimiento con lo virtual, el auto-esfuerzo,
el autoaprendizaje, la autodisciplina, la resilencia, el aprovechamiento del
tiempo en casa, el pensamiento crítico, la capacidad de análisis, la
repercusión del desempleo en la escolaridad del niño, sus miedos,
frustraciones, sus emociones…
Son muchos los problemas como para que ahora
estemos debatiendo algo tan simple, tan insignificante como es el portar o no
un informe en casa; vayamos más allá de lo simple, generemos a los niños la
sensación de bienestar, de consuelo, que el momento educativo sean un desahogo
para él, no le quite más libertad, bastante le quitan con no dejarlo
desplazarse o salir a compartir con sus pares.
Las restricciones en este
momento generan más desagrado y estrés, docentes y directivos, olviden esas
trivialidades y dediquemos a lo más importante a los niños y no a sus “mechas” ¿o acaso verlo sin uniforme le da la sensación
que ha perdido el poder sobre él? Si es así re-valore su vocación de maestro.
Uniforme su corazón de alegría,
entusiasmo, fe, animo, colóreele la existencia de esperanza, píntele su encierro
con brochas que destilen paisajes repletos de ternura, haga que se ponga las gafas del futuro, que
use los miles de sombrero para pensar, déjelo que sea niño, que sea él.
Pensemos más en el niño y menos en nuestro convencionalismos.
Alberto
Vidales
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